lunes, 25 de junio de 2012

CHARLOTA DE FRESA Y MORA

Whole Kitchen en su Propuesta Dulce para el mes de Junio nos invita a preparar un clásico frances, Charlota.

Este es un postre ideal para esta época del año, en la que sólo apetecen cosas frescas y ligeras. Podemos adaptarla totalmente a nuestro gusto (fruta, chocolate, vainilla, café,...), y además está mejor con un par de días de reposo, así que todo son ventajas.

Es la primera vez que hago una charlota que no sea "falsa".
Antes había forrado alguna vez una tarta con bizcochos, pero siempre lo hacía una vez que la tarta estaba desmoldada.
Esta vez quise hacerla con el método clásico, colocando los bizcochos en el molde antes de verter el relleno, y la verdad es que da menos trabajo que hacerlo después y  queda perfecta al desmoldarla, los bizcochos se mantienen en su sitio y quedan perfectos.

Mi único temor era que si los empapaba se ablandasen demasiado, así que los puse sin remojar... ¡error! Los del borde quedaron bastante secos, así que para la próxima remojaré aún arriesgándome a que no queden tan enteros.

Por lo demás deciros que  está buenísima, se hace super rápido y además queda preciosa.


En principio iba a hacer un relleno parecido a esta bavarois de fresa al cava, que me encanta, pero a estas alturas ya es difícil encontrar fresas, así que tuve que cambiar de idea.

Decidí utilizar en vez de fruta fresca mermelada casera, había leído que este tipo de postres quedaban bien con ella y la verdad es que es muy cierto.
Era casera, de fresa y mora... ¡no podía fallar! Además tenía unas moras congeladas del año pasado, y como hay que ir haciendo sitio a las de este año, le puse algunas mezcladas entre el relleno e hice con el resto la capa de cobertura de mora.

Ingredientes:
- bizcochos de soletilla o bizcochos secos  para chocolate(como estos)
- almíbar para mojarlos

Para el relleno:
- 2 huevos L
- 3 cucharadas de azúcar
- 225 g de mermelada de buena calidad
- 200 ml de nata para montar
- 5 hojas de gelatina neutra
- una pizca de sal
- unas 20 moras enteras

Para la cobertura:
- 150 g de moras
- 60 g de azúcar
- unas gotas de zumo de limón
- 2 hojas de gelatina neutra


Empezaremos poniendo las 5 hojas de gelatina neutra del relleno en agua fría para que se hidraten.

Abrimos los huevos, que estarán a temperatura ambiente, y separamos las claras de las yemas.

Montamos las dos yemas con una cucharada de azúcar y reservamos.

En un bol grande montamos la nata (bien fría).
Añadimos la mermelada, mezclando con mucho cuidado,  y luego las yemas montadas. Yo esto lo hago con una espátula y movimientos suaves y constantes.
En un vaso calentamos medio dedo de agua, y añadimos la gelatina escurrida. Mezclamos con la mezcla de nata, otra vez con moviemientos muy suaves.
No pasa nada si la nata se baja un poco, ya que como luego añadiremos la gelatina quedará perfecta.

En un bol aparte montamos  las claras con dos cucharadas de azúcar y la pizca de sal, hasta formar un merengue firme.

Lo añadimos a la mezcla de nata, mezclando muy bien para que el corte sea homogéneo, sin motitas blancas.

Por último, unas moras enteras (se las puse congeladas directamente).

Si queremos que el color de la mezcla sea más vivo añadimos una gota de colorante en gel rosa o rojo (yo le puse sólo una gotita de rosa, aunque no hubiese hecho falta).

Reservamos en la nevera mientras empezamos el montaje de la tarta.


En cuanto hayamos terminado el relleno, colocaremos los bizcochos forrando un molde desmoldable (no hace falta poner la base)  o un aro de repostería.
Os recomiendo utilizar el aro, ya que así lo podréis adaptar al tamaño justo de los bizcochos, sin tener que cortar ninguno verticalmente ni que se solapen.

Yo utilicé bizcochos de esos secos para chocolate, aunque me hubiese gustado hacer soletillas en casa, que seguro que quedan mucho mejor.
Les corté la parte curva en uno de los lados, para hacer una base que asentase bien en el plato.
He visto en internet alguna foto de charlotas con los bizcochos enteros, pero supongo que se los pondrían después de desmoldar, ya que si no es imposible que se aguanten (creo).

Una vez tengamos todo el lateral cubierto de bizcochos (como os decía antes os recomiendo remojarlos un poco, al menos los laterales), cubrimos también el fondo.
Hay que tener un poco de paciencia para forrar el molde, ya que es normal que algunos se caigan al colocar otros cerca... pero creedme, ¡al final se consigue!

Vertemos sobre la base de bizcochos la mitad del relleno y alisamos.
Ponemos otra capa  de bizcochos  y el resto de la crema de relleno. Volvemos a alisar.

Como la mezcla es bastante espesa no se sale por los espacios entre los bizcochos, y queda genial.
Si la mezcla os queda muy líquida, debéis esperar un rato a que la gelatina empiece a hacer efecto, y verterla cuando su textura sea parecida a la de la nata montada.

Metemos en la nevera al menos 2 horas antes de ponerle la cobertura (si le ponemos, es totalmente opcional).


Para la cobertura podemos poner mermelada con un poco sin más o hacer alguna salsa de fruta y cuajarla con gelatina.
Como no tenía más mermelada,  puse en un cazo 150 gramos de moras, 60 de azúcar  y unas gotas de zumo de limón.

Dejé que cociesen lentamente, unos 10-15 minutos.

Pasado ese tiempo, añadi las 2 hojas de gelatina (previamente hidratada), y removí bien.

Aplasté las moras con un tenedor, que ya estaban muy blanditas, y lo pasé todo por un colador metálico, para retirar las pieles y las semillas.

Según va enfriando la salsa, va volviéndose cada vez más espesa. En cuanto veamos que está lo suficientemente densa como para no colarse por los huecos entre los bizcochos, la ponemos sobre la tarta y alisamos lo máximo posible con una espátula o la parte curva de una cuchara.

Volmemos a meter en la nevera, ya sólo nos queda esperar a que cuaje la cobertura para poder disfrutarla.

Una vez veamos que tanto el relleno como la cobertura están bien sólidos, podemos quitar el molde-aro con cuidado para no estropear los bizcochos.

Si queremos podemos decorarla con un lazo, aunque en realidad es eso, sólo una decoración, ya que los bizcochos se aguantan perfectamente sin nada.

A mi este tipo de tartas me gustan bien reposadas, lo ideal es un par de días... aunque sé que no todo el mundo será capaz de aguantarse!

Siempre que hago estas fotos con las cucharas me acuerdo de cuando a un niño pequeño le están dando la comida y le dicen: esta por papá, esta por mamá, esta por pocoyo... pues venga, hoy os la dedico: ¡esta por todos vosotros! Gracias por esta ahí.

lunes, 18 de junio de 2012

BIZCOBOLAS: CUPCAKES DE CHOCO-FRAMBUESA


¡Como me gustan las bizcobolas! Redondas, cuadradas, con palito, sin palito, en inglés, en castellano...  como sea!
Son geniales como aprovechamiento de algún resto de bizcocho que se quede un poco duro, o como en este caso de unas magdalenas que congelé un día que había hecho demasiadas.

Estas con palito (también conocidas como cake pops) son muy cómodas, perfectas para los meses de calor, ya que no hace falta que nos lavemos los brazos hasta los codos después de comer una. Vaaale,  nos chupemos los brazos hasta los codos.
He de reconocer que se los puse porque hacía unos días que había comprado estos de plástico de colores y estaba deseando estrenarlos... son taaan bonitos!

Podemos hacerlas con cualquier tipo de bizcocho, simplemente variaremos la proporción de queso crema para ligarlo.

Sin más vamos con la receta:

Ingredientes:
- bizcocho o magdalenas desmigados (las mías eran 8 magdalenas pequeñitas)
- queso crema (sólo necesité una cucharada)
- chocolate de cobertura 70%
- chocolate blanco
- lacasitos, decoraciones de chocolate, sprinkles,...

- palitos de plástico o de papel
- mini cápsulas para magalenas (como molde)




Empezaremos desmigando el bizcocho.
Como os decía, podemos aprovechar algún resto de bizcocho que tengamos o preparar el que más nos guste para hacerlas.
Las magdalenas que yo utilicé eran con aroma de frambuesa y colorante rosa (cómo no). Hacía tiempo que no se veía algo rosa por este blog... ¡y ya lo echaba de menos!

Añadimos el queso crema a las migas de bizcocho.
Según sea el bizcocho más o menos graso y más o menos compacto, necesitaremos variar la cantidad de queso crema a añadir (la textura del queso también influye en la mezcla, como es normal).
En principio la receta básica lleva la mitad de peso de queso crema que de bizcocho desmigado... aunque en este caso utilicé bastante menos.
Eran 130 gramos de magdalenas y le puse 30 de queso crema... muy alejados de los 65 que en principio harían falta, así que hay que ir tanteando hasta dar con la textura perfecta.

Debemos poder hacer bolas que mantengan la forma pero no se agrieten. Una vez la masa esté en este punto, reservamos en la nevera.


Mientras coge cuerpo, podemos empezar con las cápsulas de chocolate.

Fundimos en el microondas o al baño maría chocolate blanco. Puede ser de cobertura o de tableta normal, en este caso era de tableta y quedó muy bien.
Si lo hacemos al baño maría es muy importante que no le entre nada de agua, ya que estropearía el chocolate y lo volvería grumoso e inmanejable.

Vertemos una cucharada de postre colmada de chocolate fundido en una mini cápsula de magdalena (eran de papel blancas, de las normales) y con cuidado vamos extendiéndolo por las paredes de la misma.
También podemos ir poniendo capas finas, para un molde grande es más efectivo, pero para estos tan pequeños se puede hacer de una vez directamente, no hace falta dar varias capas.

Cuando las hayamos bañado todas las metemos en la nevera o en el congelador hasta que están totalmente solidificadas.
En cuanto lo estén,  podemos sacar el papel. Con cuidado iremos retirando la cápsula. Con cuidado pero cuanto más rápido mejor, ya que con el calor de las manos como no lo hemos templado el chocolate vuelve a fundirse bastante rápido.

Volvemos a meterlas en la nevera y reservamos.


Sacamos la masa de las bizcobolas y le damos forma.
La masa que yo tenía pesaba 160 gramos, así que hice 8 bolitas de 20 gramos. Para mi es el tamaño ideal, ni demasiado grandes ni muy chiquitillas.

Volvemos a meterlas en la nevera hasta que las utilicemos.

El día que las hice hacía bastante calor... si fuese en invierno no haría falta tanto mete-saca neveril.

Sacamos las cápsulas de chocolate blanco y  con un palito les hacemos un agujero, para que luego encaje perfectamente..
En la foto del paso a paso se ve, vale más una imagen que mil palabras!

Ponemos la cápsula en su sitio, y le ponemos una gota de chocolate blanco.
Luego pinchamos una bizcobola, así las tres partes se quedarán perfectamente pegadas.

Hacemos lo mismo con todas, y comprobamos que al darles la vuelta se aguantan y la bola no se cae.
Si está un poco suelta, metemos un rato en la nevera hasta que el chocolate se solidifique.

Fundimos chocolate de cobertura (utilicé Lindt 70%) en el microondas o al baño maría. Yo suelo hacerlo al microondas, es mucho más rápido y queda genial.

Vamos sumergiendo las bizcobolas hasta que el chocolate cubra la parte superior, tenemos que "morder" el chocolate blanco.
Así quedará perfecto, sin que se vea por ningún lado el relleno y sea una sorpresa al morder, sobre todo si hacéis un bizcocho tan vistoso como este.

Las fui pinchando en un trozo de porexpán y decorando con virutas de chocolate, lacasitos, bolitas de azúcar... cuantos más colores, mejor!

Como era el día de la final de Roland Garros, hice una para darle suerte a Rafa Nadal... y parece que  funcionó! Parte del mérito es claramente mío.


Dejamos que endurezca a temperatura ambiente o en la nevera. Si las metemos en la nevera el chocolate perderá el brillo, pero a mi me encanta que el chocolate quede bien crujiente... me recuerda al anuncio del helado con el que nos martirizan año tras año al empezar el verano... mmmmm!

El bizcocho de frambuesa (prometo poner pronto la receta, que me ha encantado) combina genial tanto con el chocolate negro como con el blanco... ¡no sabría con cual de los dos quedarme!

Como están completamente encapsuladas en chocolate se conservan perfectamente unos días, aunque os digo desde ya que es imposible que duren más de dos.

Están super buenas, y lo mejor es que las podemos personalizar 100% a nuestro gusto.
Y son taaaaan cuquis. ¡Con esta receta triunfaréis seguro, no se le puede pedir más!

Las fotos "del mordisco" son pree-neverum, por eso se ve que el chocolate está blandurrio. No me pude resistir a sacárselas nada más hacerlas.

miércoles, 6 de junio de 2012

CARACOLAS SALADAS


Mientras escribo estas letras me estoy dando unos latigazos... ¡y es que no es para menos!
Resulta que cuando publiqué las caracolas de canela hace casi dos años (receta aquí, ahora mismo la corrijo) estaba mal la cantidad de harina. Pero muy mal. Muy muy mal!

Varias personas me dejásteis algún comentario diciéndome que la masa quedaba muy líquida, el último esta misma semana, así que decidí volver a hacer la masa a ver qué pasaba.

Me gustaría pediros perdón, siempre que hago las recetas y necesito más harina o más líquido lo apunto y luego lo publico en el post, pero esta vez no sé qué pasó que no lo hice.
Es imposible que con las cantidades que puse saliese una masa manejable, así que claramente el fallo fue mío por no corregir las cantidades de la receta original. Así que lo dicho: perdón, espero que no vuelva a pasar... y si os dáis cuenta de algo, por favor, avisadme!

Esta vez hice el relleno salado (como sabéis me encanta el contraste de masa dulce con relleno salado), quedan unas caracolitas perfectas para desayunar o la merienda.

Sin más, y siguiendo con los latigazos (tandas de 5 entre cada párrafo) vamos ya con la receta.

Ingredientes:
- 260 ml de leche entera
- 1 sobre de levadura de panadero (o un cubito si usáis fresca)
- 550 g de harina de trigo (normal)
- 150 g de azúcar
- 1 huevo L
- una pizca de sal
- 80 g de mantequilla (pomada)

Para el relleno (a vuestra elección):
- queso en lonchas
- queso cheddar en lonchas
- jamón cocido
- piña en rodajas
- aceitunas negras
- orégano


Empezamos calentando ligeramente la leche (sólo tibia), y le añadimos la levadura para que se vaya hidratando. Removemos un poco para que se moje completamente.

En un bol tamizamos la harina, y añadimos el azúcar y la pizca de sal.

Añadimos la mezcla de leche y levadura, y también  el huevo ligeramoente batido.

Mezclamos con una cuchara o una espátula hasta que todos los ingredientes se integren, y luego pasamos la masa a la encimera y amasamos unos 10 minutos.
Si tenéis un reloj os recomiendo cronometrarlo, cuando parece que llevas ya el tiempo completo sólo han pasado 3 ó 4 minutos
.

Pasados estos 10 minutos, añadimos la mantequilla (en pomada, bien blandita) y amasamos otros 10-15 minutos.
Al principio es un poco engorroso, pero en cuanto la masa absorbe la mantequilla vuelve a ser una masa manejable y agradecida.

Ponemos la masa en un bol y la tapamos con un film. Dejamos que leve unas dos horas, hasta que doble su volumen.


Si preferimos hacer la masa con la panificadora, es todavía más sencillo:
Ponemos en este orden: la leche, el huevo, la sal, la harina, el azúcar y por último la levadura.
Escogemos el programa masa, y que tiene 2 amasados y 2 levados.

Para seguir fielmente la receta, debemos añadir la mantequilla entre el primer y el segundo amasado (así hará uno sin ella y otro con).
Si no queremos estar atentos, la ponemos al principio con el resto de ingredientes y nos olvidamos.

Cuando el programa haya acabado, seguimos con la receta.


Pasadas estas dos horas, extendemos la masa formando un rectángulo.  El mío tendría unos 40x30 cm aproximadamente.
Intentaremos que quede toda la masa con el mismo espesor, para que las caracolas queden bien parejas.
Si vemos que la masa está un poco pegajosa espolvorearemos la encimera con harina para extenderla, pero a mi en este caso no me hizo falta.

Cubrimos con lo que más nos guste, en este caso yo le puse primero el queso en lonchas, luego el jamón cocido, la piña y las aceitunas picadas finamente, el orégano y por último el queso cheddar (también en lonchas).

Enrollamos la masa como si fuese un brazo de gitano, en una dirección o en la otra según queramos las caracolas más o menos grandes.
No debemos apretar mucho el rollo, ya que luego la masa crecerá bastante y necesita espacio.

Cortamos rodajas de unos 3 cm y las vamos poniendo sobre una bandeja de horno, separadas ya que como os decía aumentan bastante.
A mi me salieron 13 caracolas medianas, y las repartí en 3 bandejas tanto para el levado como para el horno.

Las cubrimos con un film para que no se sequen y las dejamos reposar una hora.


Las hornearemos a 180º (como siempre, el horno precalentado) hasta que veamos que están doraditas.
Podemos pincelarlas con huevo o leche antes de meterlas al horno, yo en este caso no lo hice.

Se pasan bastante rápido, unos 10-15 minutos, aunque depende mucho del horno y de la humedad del relleno.

Como siempre, el olorcillo es indescriptible... ¡no hay mejor ambientador!

Si os gustan las masas levadas os recomiendo probar esta, es muy fácil de manejar (ejem, si la receta es la correcta) y está super super buena. Ahora sí: ¡de 10!

Estas caracolas admiten perfectamente la congelación, luego las descongelamos con un golpe de microondas y quedan genial.

Ahora mismito me voy corriendo a corregir la otra receta... y otra vez os pido que me perdonéis... que esta es la buena!