Otra de nuestras tartas favoritas. Y además ganando posiciones, cada vez que la hago nos gusta más.
El nombre de terciopelo rojo le viene genial, es suave y aterciopelada, y muy llamativa a la vista.
No sé si os habéis fijado, pero en muchas series y programas de televisión estadounidenses cuando sale una tarta de boda suele ser una red velvet... y no me extraña, es preciosa y está buenísima.
En cuanto vi la de Encarsbakery me quedé prendada, decorada con fresas y arándanos... para morirse. Ella utilizó la receta de El Rincón de Bea, expertísima en este tipo de tartas.
El color rojo intenso hoy en día se consigue con colorante, pero si queréis ser fieles a la receta original podéis hacerla siguiendo esta de Sandra, en la que utiliza remolacha.
O hacerla sin colorante, el sabor será el mismo y los bizcochos como llevan cacao seguro que quedan muy chulos, contrastarán también con la crema de queso.
No hace mucho que empecé a hacer estas tartas de pisos (layer cakes) haciendo cada bizcocho por separado, y hay muchísima diferencia con respecto a hacer uno sólo y partirlo.
Al ser bizcochos finos se hornean muy rápidamente, con lo que conseguimos que los bordes queden tan blandos como el interior, y nada secos.
Además al no tener que cortarlos, nos aseguramos que no lo llenamos todo de migas, que en esta tarta con el color que tienen son muy llamativas.
Quedan genial tanto para dejarlos a la vista como para cubrirlos, son todo ventajas.
El único punto negativo es que tenemos que tener tres moldes de igual tamaño, o como yo utilizar moldes desechables de aluminio.
Estos son de 20 cm de diámetro, caben los 3 a la vez el en horno.
Ingredientes:
- 125g de mantequilla
- 275g de azúcar
- 2 huevos
- 280g harina de repostería
- 15g de cacao en polvo
- 1 cucharadita de levadura química (tipo Royal)
- 1 cucharadita de bicarbonato sódico
- una pizca de sal
- 240 ml buttermilk
- una cucharadita de vinagre de vino blanco
- colorante rojo (le puse en pasta)
- vainilla (le puse en pasta)
Para la crema de queso:
- 125g de mantequilla
- 350g azúcar glas
- 400g de queso crema (tipo philadelphia)
- vainilla (le puse en pasta)
No sé si habéis probado alguna vez los bizcochos hechos con buttermilk (suero de mantequilla)... a mi me tienen totalmente conquistada. Quedan con una textura genial, tardé tiempo en probarlos pero ahora soy muy fan.
En algunas recetas veréis que se puede conseguir algo parecido al suero de mantequilla mezclando leche con unas gotitas de limón, pero si en la receta necesitamos suero y matequilla como en esta del red velvet, os recomiendo hacerlos en casa, no puede ser más fácil.
Ponemos a montar medio litro de nata y batimos hasta que se corte y se separen por completo la mantequilla y el suero. Tarda unos minutos, sobre todo si la nata está fría.
Dependiendo de la materia grasa de la nata os saldrá más cantidad o menos de mantequilla, yo utilicé la de la central lechera asturiana y me salieron 250g de mantequilla y otros tantos de buttermilk, perfecto para esta receta.
Como lo ideal es hacer los bizcochos un día y al siguiente montar la tarta, utilizaremos 125g de la mantequilla y guardaremos el resto en la nevera para el frosting de queso.
En un bol mezclaremos los 240g de suero, la cucharadita de vinagre, la vainilla y el colorante rojo.
Yo le puse una chucharadita de extra red de sugarflair, en pasta.
En un cuenco aparte tamizamos la harina, el cacao, la sal, la levadura y el bicarbonato.
En un tercer bol batimos la mantequilla y el azúcar hasta que blanqueen y queden esponjosos.
Añadimos los huevos uno a uno, teniendo en cuenta como siempre que hay que esperar a que el primero se mezcle bien antes de agregar el segundo.
Añadiremos los ingredientes secos que habíamos tamizado en 3 veces, y los líquidos en dos, alternándolos entre ellos.
Empezaremos con un tercio de los sólidos, mezclando hasta que se integren bien.
Luego la mitad de los líquidos, otra vez mezclando completamente.
Así hasta que acabemos los ingredientes, que será con la última tanda de sólidos.
Como la tarta lleva cacao no conseguiremos un rojo muy vivo, tenderá a oscurecerse un poco e incluso un poco más durante el horneado.
Si queremos conseguir un rojo-rojo, le pondremos muy poquito cacao (5 gramos) o incluso ninguno. Aunque os recomiendo ponerle los 15 gramos, queda genial.
Esta es de las pocos fotos en la que conseguí que el rojo se viese como realmente queda, en las otras se ve más oscuro para que la crema de queso no quedase muy sobreexpuesta, cual servidora el primer
Dividimos la masa en 3 partes iguales, para que los 3 bizcochos queden idénticos.
Lo más fácil para hacerlo es pesar el bol en el que vayamos a hacer la mezcla antes de empezar.
Volvemos a pesarlo al acabar, y ya sabremos exactamente lo que pesa la masa del bizcocho.
Dividimos esta cantidad entre 3 (o el número de bizcochos que vayamos a hacer) y los vamos pesando al verter la masa en los moldes.
Horneamos a unos 170ºC, con el horno precalentado, como siempre. En mi caso tardaron unos 15 minutos, pero dependiendo del horno y del tamaño del molde el tiempo variará.
Cuando estén listos, los sacamos del horno y los dejamos enfriar sobre una rejilla.
Los míos quedaron con barriga, se ve que tenía el horno demasiado caliente cuando los metí, pero luego se disimula muy bien con el frosting, no hay problema.
Cuando estén bien fríos, los desmoldamos con cuidado y los envolvemos en film. Si podemos los dejamos reposar toda la noche en la nevera, ganarán un montón en textura.
Para preparar la crema de queso, batiremos todos los ingredientes hasta que se forme una crema suave.
Es muy importante que la mantequilla esté a temperatura ambiente, ya que si no no se mezclará y quedarán un montón de grumos en la crema.
Os recomiendo por si acaso batir primero la mantequilla con el azúcar, y cuando estén en su punto añadir el queso y la vainilla, así seguro que no falla.
Para montar la tarta, dividiremos la crema de queso en 3 partes iguales.
Yo hago lo mismo que con el bizcocho, peso el bol antes de empezar y luego para cada capa retiro sobre la báscula el tercio del peso total.
Esta forma de presentar las tartas es muy vistosa y sobre todo muy fácil y rápida de hacer, al no cubrir los laterales.
Ponemos sobre un plato o cake stand el primer bizcocho. Luego una capa de crema de queso, repartiéndola por toda la superficie.
Luego otro bizcocho, la segunda capa de crema, el tercer bizcocho y por último remataremos con la crema de queso.
Podemos alisarla con un cuchillo o si no queréis complicaros, con la parte convexa de una cuchara queda muy bien, haciendo una espiral en la superficie.
Podemos dejarla tal cual o decorarla con fruta, fideos de chocolate, o sprinkles como en mi caso (le puse non pareils rojos y unas perlitas plateadas).
A nosotros esta tarta nos gusta un poco más según van pasando los días. El primero está buena, el segundo mejor y el tercero ya de morirse. Nunca ha pasado del tercero, pero seguro que el cuarto todavía gana.
No se parece a ninguna otra, es una tarta con sabor y apariencia únicos. Perfecta.