domingo, 25 de noviembre de 2012

BAKLAVA


Whole kitchen en su Propuesta Dulce para el mes de Noviembre nos invita a preparar un clásico persa: Baklava.

Este es uno de esos dulces contundentes, de los que te comes un trocito y piensas: con este rombito ya no hace falta que coma nada más en todo el día... pero luego resulta que está tan bueno que no puedes parar de comer y comer.
Casi mejor para la merienda que como postre, acompañado de un té está delicioso, os recomiendo tomarla así.

La receta es muy sencilla, y los ingredientes podemos encontrarlos fácilmente, así que no hay excusa para no hacerla.
Quizás lo más difícil sea encontrar la masa philo, pero hoy en día podemos comprarla en muchos supermercados, por suerte.Me encanta todo lo que esté hecho con esta masa: finita, crujiente... ¡perfecta!

Además de esta deliciosa masa en el pastel utilizaremos frutos secos, canela, y un almíbar aromatizado con miel y cítricos... si es que con estos ingredientes es imposible que salga mal.

Las cantidades que os doy es para un molde de 22x22 cm. Y para bastantes raciones, rinde un montón.

Ingredientes:
- masa philo (utilicé 2/3 de un paquete de 250g)
- 150 g de mantequilla derretida
Para el relleno:
- 130 g de almendras picadas
- 130 g de pistachos picados
- 3 cucharadas de azúcar
- canela en polvo (al gusto, yo le puse 1 cucharadita)

Para el almíbar
- 120 ml de agua
- 3 cucharadas de azúcar
- 1 palo de canela
- 1 cucharada de miel
- piel de limón y naranja
- zumo de limón

Empezaremos haciendo la mezcla para el relleno.
Parece ser que el fruto seco que no puede faltar es el pistacho, así que yo la hice de pistachos y almendras, que me encantan.
No conseguí encontrar pistachos crudos,  así que tuve que comprarlos tostados con sal y pelarlos lo máximo posible, para eliminar los restos salados de las pielecillas. En el resultado final no se notaba para nada, así que puede ser una buena opción si tampoco los encontrais.
Las almendras también las utilicé tostadas, pero sin sal, son más fáciles de encontrar.

Picamos finamente los frutos secos, con una picadora eléctrica o a cuchillo, como prefiramos, pero debemos dejarlos bastante finos.

Los ponemos en un bol, y añadimos el azúcar y la canela en polvo. Mezclamos bien, olemos, y ya nos damos cuenta de que este dulce va a ser un éxito.
Reservamos.


En una taza o un bol fundimos la mantequilla, como siempre sin que llegue a hervir.

Abrimos el paquete de masa philo, y con cuidado desplegamos el rollo. Como os decía antes es una masa muy muy finita, por lo que hay que ser muy cuidadoso al trabajar con ella, para que no se rompa. Aunque para la baklava no hay problema si se nos rompe, quedará igual de bien.
A mi me recuerda bastante al papel de hornear, para que os hagáis una idea del aspecto que tiene.

Bien, pues ya podemos empezar con el montaje.
Ponemos una hoja de masa, y pincelamos con mantequilla fundida. Otra hoja, y otra vez mantequilla. Y así unas cuantas capas más.
En la base os recomiendo poner como mínimo 4 hojas, para que quede consistente (yo le puse 6 en cada una)

Esparcimos unas cucharadas de la mezcla de frutos secos y canela, repartiéndola bien y dejando la superficie lisa.

Volvemos a hacer una tanda de capas de philo, y luego otra de relleno... y así hasta el final.
La última siempre será de philo.

Con un cuchillo afilado marcamos el dibujo que queramos, normalmente se hacen cuadrados o rombos.
Hasta el fondo, para cortar todo el pastel. Luego serán las porciones, así que no deben ser muy grandes.

Horneamos (horno precalentado, como siempre) a 180º unos 45 minutos.  El aroma mientras horneamos es impresionante.


Mientras se hornea la baklava haremos el almíbar, que debe estar frío (temp abiente) al verterlo sobre el pastel.

En un cazo ponemos al fuego el agua con el azúcar y la canela en rama. Dejamos reducir unos 5 minutos.
Añadimos una cucharada de miel, unas pieles de cítricos (yo le puse limón y naranja, sólo la parte coloreada) y un chorrito de zumo de limón.

Dejamos otro par de minutos al fuego, apagamos y reservamos.

Cuando saquemos el pastel del horno, con un cuchillo repasamos los cortes que habíamos hecho previamente y vertemos poco a poco el almíbar sobre la superficie, repartiéndolo bien.
Veremos como se va colando por los bordes, y se va absorviendo completamente.

Dejamos reposar al menos un par de horas antes de disfrutarlo.


Podemos espolvorear antes de servirlo con unos frutos secos molidos o un poco de azúcar glas, está deliciosa sea como sea.

Como se empapa con el almíbar queda bastante compacta, me sorprendió gratamente la textura: pensaba que al morder se iba a deshacer pero no, conserva bastante bien la forma.
Y con sus capitas de philo crujiente en la parte superior... se me hace la boca agua al recordarla.

Como os decía antes, es perfecta para la merienda, acompañada con un té calentito en el sofá... ¡y si es con mantita mucho mejor!

Feliz domingo.


lunes, 19 de noviembre de 2012

PASTA RELLENA (DE QUESO Y BACON)


¡Otra espinita quitada! ¡Estoy en racha con las espinitas!
Desde que me lancé con la pasta casera  estaba deseando prepararla rellena. En varias ocasiones iba a hacerla pero por unas cosas o por otras finalmente cambiaba de planes y no terminaba la misión.
Pues bien, este sábado por fin me decidí, nada podía interponerse entre la pasta rellena y yo: era "el día".

Pinchando aquí podéis ver un paso a paso que hice la anterior vez que publiqué pasta casera, ya veréis qué facilita es, sobre todo si tenéis una máquina para pasta.
La mía fue muy barata pero funciona perfectamente, estoy muy contenta con ella.

Es bastante sencilla, pensaba que me iba a dar un poco más la tabarra pero qué va, y eso que como no tengo raviolera hice las "empastadillas" una a una, que es lo que puede ser un poco más tedioso, pero el resto va rodado.

Podemos rellenar la pasta casi de cualquier cosa (verduras, carne, pescados y mariscos, quesos) y acompañarla con nuestra salsa preferida, o simplemente con un chorrito de aceite de oliva.

Las cantidades que os pongo son para 2 personas, si queréis hacer para más sólo hay que multiplicar, como siempre.

Ingredientes:
Para la pasta:
- un huevo
- 100 g de harina de trigo
- una pizca de sal

Para el relleno:
- 75 g de bacon
- 100 ml de nata líquida
- 75-100 g de queso rallado
- una pizca de orégano

Para acompañar:
- salsa de tomate
- nata líquida
- queso rallado

Os pongo el orden de cómo me organicé yo:

Primero hice el relleno, para que estuviese frío a la hora de rellenar la pasta.

Picamos muy finamente el bacon y lo doramos ligeramente en una sartén, pero sin pasarnos para que no quede duro, ya que contrastaría mucho con el resto del plato.
Una vez esté pasado añadimos los 100 ml de nata líquida, el orégano, y dejamos que reduzca unos 5 minutos. Apagamos el fuego y reservamos.

Cuando esté frío picamos el queso rallado (si, muy fino, para que quede lo más compacto posible)  y lo mezlcamos con el bacon y la nata.
Tiene que quedar con una textura lo suficientemente suave para que podamos manipularlo al rellenar las empanadillas pero que no esté muy blando para que no se "desparrame".
Si vemos que lo necesita, podemos añadir un poco más de queso o nata, para compactar o aligerar la mezcla.

Reservamos el relleno hasta que lo vayamos a utilizar.


Mientras enfría la primera parte del relleno (el bacon y la nata) podemos preparar la masa de la pasta, que también necesitará reposo.

Hacemos un volcán con la harina y en el centro ponemos la pizca de sal y el huevo. Yo suelo ponerlo batido, pero creo que no hace falta.

Vamos mezclando con los dedos o con una cuchara de madera, hasta que ya sólo podamos hacerlo con las manos.
Por supuesto si queremos podemos hacer este paso a máquina, pero es tan sencillo que creo que no merece la pena limpiarla para el trabajo que nos ahorramos.

Bien, una vez tengamos la masa bien mezclada, amasamos un poco hasta que quede perfectamente lisa.
Dependiendo del tamaño del huevo podemos necesitar más o menos harina, hay que ir tanteando, pero es muy fácil de arreglar añadiendo un poco más de harina o unas gotitas de agua si hace falta (mejor quedarnos cortos y añadir harina que pasarnos y tener que añadir líquido, como en todas las masas).

Hacemos una bola con la masa, la envolvemos en film y la metemos en la nevera al menos 30 minutos.

Pasado este tiempo la estiramos con la máquina o con un rodillo, y hacemos unas tiras largas pero no mucho, para que sean manejables.
En en enlace que os puse al principio hay unas fotos de como se hace este paso, por si les queréis echarle un ojo.

Como os decía yo no tengo raviolera, así que hice la pasta con forma de mini empanadillas.

 
Con la parte de atrás del molde podemos cortar un círculo de masa del tamaño exacto para nuestra empanadilla, esto está genial. Tardé en descubrirlo pero ahora lo uso siempre, es super cómodo.

Ponemos el disco de pasta en el molde y sobre éste una porción de relleno en el centro. Cerramos, apretamos bien, volvemos a abrir... y tachaaaaan! ¡Empastadilla lista!
En alguna web leí que se podía espolvorear el molde con harina para que no se pegase, pero luego se me ocurrió enharinar la pasta, es mucho más rápido y queda mucho mejor.

Vamos haciendo una tras otra, sin prisa pero sin pausa, ya veréis como es mucho más rápido y entretenido de lo que parece.

Como hay bastantes recortes de masa, volvemos a mezclarlos y los pasamos otra vez por la máquina de rodillos para aprovechar toda la masa, aquí no se tira nada.

Las ponemos en un plato o fuente enharinada, para que no se peguen, hasta que vayamos a utilizarlas.
Con las cantidades que os puse salen unas 40.


Cuenta la leyenda que la pasta fresca se puede guardar de un día para otro o incluso congelarla hasta un mes, pero no lo he probado nunca, así que no os lo puedo asegurar.

Para pcocerla ponemos una olla al fuego con abundante agua con sal (no demasiada sal, ya que la pasta ya lleva).
Cuando hierva a borbotones introducimos la pasta y la dejamos unos 3 minutos, no necesita más.

Escurrimos y emplatamos.

A mi como más me gusta la pasta es con salsa de tomate o con tomate y nata, como en este caso.

Simplemente calentamos en una sartén la salsa de tomate (mejor si es casera) y cuando hierva añadimos un chorrito de nata líquida, una pizca de orégano y un poquito de nuez moscada recién rallada.
En verano suelo ponerle también unas hojas de albahaca en el último momento, le quedan genial, sabe a "Italia 100%".


Por encima un poco de parmesano o grana padano rallado... ¡y a disfrutar como si no hubiese mañana!

La mezcla de queso, bacon, y la suavidad del tomate con la nata combinan a la perfección. Es un plato muy equilibrado de texturas y sabores, os recomiendo probarlo.

Ahora estoy deseando prepararla con un montón de rellenos distintos, creo que voy a tener que hacer una lista para no olvidarme de ninguno.
El próximo reto con la pasta será hacerla de colores, espero no tardar tanto como con la rellena, menuda delicia me estaba perdiendo.

Por último os dejo como siempre una foto del mordisco... creo que no hay nada más que decir. ¡Rico riquísimo!