Whole kitchen en su Propuesta Dulce para el mes de Mayo nos invita a preparar un Zebra Cake (pastel cebra).
Otra de mis recetas pendientes desde hacía mucho tiempo! Ya me quedan menos, pero tengo aún unas cuantas espinitas clavadas (tarta guinnes, red velvet, arco iris... ¡y podría seguir con una buena lista!)
Es un bizcocho muy fácil de hacer, y no hay ni que decir que queda super vistoso. Es que hasta el nombre es llamativo.
Simplemente tenemos que dedicarle un ratito al montar el bizcocho con las dos masas, para ir formando las distintas líneas de la piel de cebra, pero por lo demás es super sencillo.
Cubierto con una fina capa de ganache de chocolate tiene que quedar genial, y además el momento corte puede ser incluso más sorprendente.
Yo hice media receta de la que os pongo, y lo horneé en un molde de 17 cm.
Ingredientes:
- 250 g de azúcar
- 250 ml de aceite de girasol
- 250 ml de leche
- 300 g de harina de trigo
- una cucharada de levadura química (tipo Royal)
- 2 cucharadas de cacao puro
- esencia de vainilla (opcional)
En un bol grande empezaremos batiendo los huevos con el azúcar hasta que blanqueen.
Poco a poco y sin dejar de batir añadimos el aceite de girasol, como cuando hacemos mayonesa.
Incorporamos de la misma forma la leche, y si le queremos poner alguna esencia (yo le puse vainilla natural) este es el momento.
Añadimos la harina mezclada con la levadura química, tamizándola para evitar impurezas y que se airee.
Este paso es fundamental en los bizcochos, la masa queda mucho mejor si tamizamos la harina al incorporarla a la receta.
La iremos integrando también poco a poco, sin dejar de batir con las varillas.
Cuando esté toda la harina incorporada separamos la masa en dos partes iguales y a una de ellas le añadimos el cacao puro (os aconsejo tamizarlo también, para que esté bien suelto).
En la receta no ponía nada, pero para que las dos masas tuviesen la misma consistencia yo le añadí una cucharada de harina a la mezcla de vainilla.
Aún así quedan unas masas bastante líquidas, que no os exañe si hacéis esta receta.
Engrasamos y enharinamos un molde (os aconsejo redondo).
Montar el bizcocho es muy sencillo: simplemente tenemos que verter en el molde unas cucharadas de masa de un sabor, por ejemplo chocolate. Bien centradas.
Sobre el centro de la masa de chocolate, vertemos la misma cantidad de masa de vainilla.
Luego, otra vez, chocolate... y así hasta acabar por completo las masas.
Todas las recetas que consulté indicaban que había que ir poniendo dos cucharadas de cada masa en el centro.
Como yo quería que quedasen todas las franjas más o menos iguales, empecé poniendo 3 cucharadas de cada sabor. Como tenían que extenderse hasta el borde, sin ponía la misma cantidad siempre quedarían muy finas en el borde y mucho más grandes en el centro del bizcocho.
Cuando me estaba acercando a la mitad de las masas, pasé a poner dos de cada, y ya casi cuando se estaban acabando pasé a poner sólo una.
Como la masa es tan líquida, no hace falta mover el molde para que se vaya extendiendo y poco a poco se vaya pareciendo a una diana.
Metemos en el horno precalentado a 180º, y pasados unos 40 minutos estará listo.
Me dio mucha rabia que se abriese por la parte de arriba... con lo bien que estaba quedando, y cuando estaba casi listo se rebeló!
Para la próxima lo hornearé con la temperatura un poco más baja, no sé si sería por eso pero sospecho que sí.
El mejor momento (después del de comerlo, claro) es cuando cortamos un trozo de bizcocho y al separarlo comprobamos como ha quedado... ¡sobre todo si se ha portado bien y realmente se parece a una cebra!
Cuando lo corté creía que me había quedado un poco crudo (sobre todo lo parece en la parte de vainilla), pero no, está bien cocido, no sé por qué tiene esa apariencia.
Me pasa a veces con los bizcochos que llevan aceite, si alguien sabe el motivo le agradecería que me dijese por qué quedan así, sobre todo por si puedo hacer algo para remediarlo.
Me gusta más como queda al segundo día, tanto la textura como el sabor ganan un montón.
Os animo a hacerlo, yo lo había visto un montón de veces en fotos pero cuando vi el corte del mío (y eso que hace años que hago el marmolado) consiguió soprenderme... es super curioso como queda. ¡Precioso!