Whole Kitchen en su propuesta dulce para el mes de noviembre nos invita a preparar una pasta básica de pastelería: pasta sablé.
Se conoce también como sablé bretón y sobre todo como masa quebrada.
Y lo primero que pensé cuando probé la tarta fue: no vuelvo a comprar la masa quebrada, a partir de ahora la hago siempre.
Es súper sencilla de hacer, simplemente mezclar los ingredientes, y la diferencia tanto en textura como en sabor es abismal.
Además puede hacerse tanto dulce como salada (mirad esta del quiche al que le añadí espinacas, quedó de un color verde precioso).
Esa fue la primera vez que hice masa quebrada, pero al añadirle las espinacas el proceso fue un poco más largo, aunque también bastante sencillo.
Y esta fue la segunda, mucho más rápida y sencilla...¡y dulce, que es lo mío!
Decidí utilizar la masa para una clásica tarta de manzana, una receta que nunca había hecho y que nos sorprendió muy gratamente, tanto por el sabor como por lo fácil que es de hacer.
Desde luego esta tarta es de 10, queda preciosa y super rica. Bien fresquita y acompañada de un té calentito es la merienda perfecta.
Ingredientes:
- 250 g de harina de trigo
- 125 g de mantequilla
- 1 huevo
- 1 cucharada de leche fría
- 3 cucharadas de azúcar
- sal fina (una pizca)
Para la crema pastelera:
- 125 ml de nata líquida
- 375 ml de leche entera
- 125 g de azúcar
- 60 gr de harina refinada de maíz (maicena)
- 4 yemas de huevo
- piel de limón (opcional)
Parra "acabar"
- 3 manzanas golden medianas
- gelatina de manzana
Empezaremos haciendo la masa quebrada.
Como os decía, es súper sencilla de hacer. Lo único que debemos tener en cuenta es sacar la mantequilla al menos un par de horas antes de la nevera, para que esté a temperatura ambiente.
En la encimera o en un bol grande (os recomiendo esto último, es mucho más cómodo y limpio) hacemos volcán con la harina.
En el hueco central ponemos el resto de los ingredientes: el azúcar, la sal, el huevo, la leche y la mantequilla a temperatura ambiente.
Con los dedos o con un tenedor empezamos a mezclar los ingredientes. Como acabaremos haciéndolo con las manos, podemos hacerlo así desde el principio.
Simplemente tenemos que mezclarlos hasta que se integren bien, no hay que amasar.
De hecho, cuanto más rápido sea este paso, mucho mejor, sobre todo si como yo sois de "manos calientes".
Hacemos una bola con la masa, la envolvemos el film y la metemos en la nevera un par de horas, para que luego sea más fácil de extender con el rodillo.
Para la crema utilicé la receta de siempre, me encanta como queda. Simplemente varío la cantidad de maicena según lo espesa que quiera la crema y listo... nunca falla.
Ponemos a calentar en un cazo la leche, la nata, y la mitad del azúcar.
Si queremos podemos aromatizarlo con una rama de vainilla, canela, o la piel de algún cítrico. Yo le puse piel de limón, sólo la parte amarilla.
Cuando empiece a humear apagamos el fuego y reservamos.
Si decidimos aromatizarla, la colaremos antes de utilizarla, para eliminar cualquier rastro sólido.
En otro cazo mezclamos la maicena con la otra mitad del azúcar y las yemas. Las llevamos a punto de ebullición, removiendo siempre constante pero suavemente.
Añadimos la mezcla de leche, nata y azúcar (la más líquida) a la segunda (la crema de yemas). Lo haremos muy poco a poco y sin parar de remover, este puede ser el punto más delicado.
Volvemos a ponerlo todo al fuego, removiendo constantemente para evitar que se pegue.
Espesa enseguida, sobre todo si hacéis esta cantidad (es media receta).
Apagamos el fuego y reservamos. Si no la vamos a utilizar inmediatamente, cubriremos la superficie con film para que no se forme costra.
Una vez tengamos la masa y la crema hechas, podemos montar la tarta:
Extendemos con el rodillo la masa sobre una superficie enharinada.
Con cuidado la llevamos al molde y con las manos la vamos adaptando a la base y los laterales, sobre todo si utilizáis un molde con ondas.
Cuando tengamos la base de masa quebrada lista, la cubrimos con la crema pastelera, alisándola lo máximo posible.
Pelamos y descorazonamos las manzanas. Las picamos en gajos muy finos, y los vamos disponiendo sobre la crema pastelera con el dibujo que más nos guste.
Podemos simplemente apoyarlos, o clavarlos un poco, como hice yo, para que la manzana se mezcle con la crema pastelera.
Utilicé manzanas golden porque me gusta que se note entera la manzana una vez cocinada, pero podemos utilizar la variedad que queramos.
Introducimos en el horno precalentado a 180º y lo dejamos unos 35-40 minutos.
Sacamos del horno y dejamos que enfríe sin desmoldarla, ya que mientras están calientes la base es muy frágil y la crema pastelera muy poco consistente.
Yo como os decía en los ingredientes utilicé gelatina de manzana para darle brillo. Viene ya hecha, es muy cómoda.
La encontré por casualidad en una tiendecita pequeña (mínima, de hecho), así que compré bastante y la congelé en tuppers con "raciones individuales".
Ahora cuando la necesito simplemente la descongelo, la caliento un poco en el microondas hasta que se derrite y la utilizo como una gelatina normal.
Es perfecta para este tipo de tartas, queda tal cual la que le ponen en las pastelerías... ¡o mejor!
Para terminar os dejo con unas fotos "del corte", creo que se parecia bastante bien el resultado: masa crujiente, crema pastelera super suave y manzana fina pero entera.
Muchas gracias por llegar hasta aquí, siempre empiezo a escribir con la intención de no extenderme demasiado, pero luego no hay quien me pare. Intento no dejar "cabos sueltos", pero siempre queda alguno... así que estaré encantada de responder a vuestras dudas, dentro de mis posibilidades.
¡Feliz fin de semana!