viernes, 26 de diciembre de 2014

TARTA DE CHOCOLATE Y TURRÓN

 
¡Última receta de este año de sequía blogueril! Y publicada con urgencia, para que si alguien necesita estos días una tarta navideña, fácil de hacer, y sobre todo muy rica, la tenga a tiempo.
 
La receta es muy sencilla, es una variación de la tarta 3 chocolates, pero con un toqué más navideño, ya que lleva una capa de turrón de Jijona. ¡Del blando, para entendernos!
 
La había hecho ya hace un par de años, y como gustó bastante decidimos que iba a ser uno de los postres navideños a repetir. De las recetas que se quedan en casa, vamos.
 
Yo la he hecho de chocolate con leche y turrón, pero podemos poner las capas que queramos y de los ingredientes que más nos gusten.
 
El molde mide 28 centímetros, creo que es un buen tamaño para la cantidad de tarta que sale. Si queréis que quede más alta, podéis utilizar un molde más pequeño (22-24 cm)
 
Ingredientes:
Para la base:
- 1 rulo de galletas maría tostadas
- 100 g de mantequilla
 
Para la capa de chocolate:
- 325 ml de leche entera
- 325 ml de nata para montar
- 225 g de chocolate con leche (utilicé Lindt)
- 50 g de azúcar
- 1+ 1/2 sobre de cuajada
 
Para la capa de turrón:
- 325 ml de leche entera
- 325 ml de nata para montar
- 225 g de turrón de Jijona
- 1+ 1/2 sobre de cuajada
 
Para decorar:
- chocolate fundido
 
Empezaremos haciendo la base de la tarta.
Trituramos las galletas (a mi me gustan muy molidas, pero si preferís podéis dejarlas con "tropezones".
Fundimos la mantequilla, y la mezclamos muy bien con las galletas.
 
Ponemos sobre la base del molde que vamos a utilizar (yo utilicé un aro de repostería, así que directamente sobre la bandeja), repartimos por toda la superficie y aplastamos con un rodillo especial, una cuchara o directamente con la mano.
 
Metemos en la nevera para que coja "cuerpo" mientras preparamos la tarta.
 
Medimos la leche y separamos una parte en una taza, en la que disolveremos el sobre y medio de cuajada.
 
El resto de la leche lo ponemos a calentar con la nata. Cuando la mezcla empiece a hervir, bajamos el fuego y añadimos el chocolate cortado en trozos pequeños y el azúcar.
 
Removemos continuamente, para que el chocolate no se pegue y se queme en el fondo.
 
 
Cuando esté disuelto completamente, añadimos la leche con la cuajada. Os recomiendo pasar la mezcla por un colador, ya que a veces queda algún grumo y son muy molestos.
 
Subimos el fuego y removemos hasta que vuelva a hervir, retiramos del fuego unos segundos y luego volvemos a poner el cazo sobre el fuego, siguiendo las instrucciones de la cuajada.
Enseguida vemos como empieza a espesar, y retiramos del fuego definitivamente.
 
Removemos un poco más para que baje la temperatura, y vertemos sobre la base de galleta.  Yo suelo poner una cuchara con la parte cóncava hacia arriba al verterla, para que el líquido no caiga muy fuerte sobre la base de galletas y la levante.
 
Reservamos en un lugar fresco o en la nevera, para que mientras preparamos la siguiente capa solidifique lo necesario.
 
 
La capa de turrón la haremos de forma muy parecida:
 
Medimos la leche y separamos una parte en una taza, con la que mezclaremos la cuajada, asegurándonos de que están bien mezcladas.
 
El resto de la leche lo ponemos a calentar con la nata de montar.
 
Cuando empieza a hervir, añadimos el turrón y batimos con una batidora. 
La verdad, no sé si se podría mezclar ya desde el principio, pero por si se pegaba al cazo, yo lo mezclé al final, para que no estuviese mucho tiempo al fuego.
 
Cuando empiece a hervir de nuevo, añadimos la mezcla de leche y cuajada. Removemos hasta que vuelva a burbujear, retiramos del fuego unos segundos (yo no paro de remover, no sé si es necesario o no) y luego volvemos a poner al fuego.
Empezará a espesar, y cuando vuelva a hervir, lo retiramos del fuego definitivamente.
 
Si la capa de chocolate está lo suficientemente cuajada como para aguantar el peso de la de turrón sin mezclarse, vertemos esta última sobre la primera (misma operación con la cuchara, para que no caiga con fuerza sobre el chocolate, hay peligro de que se mezclen)
 
Normalmente suelo hacer unas marcas con un tenedor sobre la parte superior de cada capa antes de añadir la siguiente, para que se peguen mejor y una no deslice sobra la otra, pero esta vez con las prisas se me pasó y quedó muy bien, no hubo ningún problema de estabilidad.
 
¡Y la tarta está lista, así de fácil y rápido!
 
Esperamos a que pierda un poco de calor, y la metemos en la nevera hasta que vayamos a decorarla y/o comerla.
 
 
Desmoldamos, y si le vamos a poner algo de decoración, es el momento.
 
No tenía nada previsto ni pensado para decorarla, así que tuve que improvisar sobre la marcha: unos copitos de nieve en chocolate fundido,  unos puntitos, mensaje navideño... ¡y ya!
Es lo que tiene dejarlo todo para el último día, que luego te pilla el toro y no hay ya nada que hacer.
 
Se pueden hacer con un cucurucho de papel, una manga pastelera de plástico, o con una boquilla, que es lo que yo hice (boquilla nº 2 de wilton).
 
Los del lateral de la tarta los hice sobre una bandejita plana con un film de cocina, que luego llevé al congelador para poder despegarlos y moverlos a la tarta.
 
Como os decía al principio, si no tenéis nada decidido para estas próximas comilonas os recomiendo probar esta tarta. Es contundente, pero muy muy rica. Sin duda os va a gustar.
 
Es una tarta que gana con el paso de los días, yo os recomiendo al menos hacerla el día antes de disfrutarla. ¡Si son dos, mejor que mejor!
 
¡Ah! Y que esté bien fresquita, que está mucho más buena también.
 
 
Y con esta entrada acaba el 2014... que no ha tenido mucha cantidad de recetas pero sí calidad (ya lo digo yo todo, no tengo abuela, ajajajaj)
 
Felices fiestas, y que empecemos todos el 2015 con muy buen pie.
 
Un abrazo fuerte para todos y muchas gracias por acompañarme otro año más en esta aventura.
 

miércoles, 26 de noviembre de 2014

PAN DE JAMÓN

 
¡Una semana más nos vamos de viaje "virtual" de la mano de Bake The World! Esta vez a Venezuela, con un pan navideño, pan de jamón.
 
Sin duda por estas latitudes nos parece (o al menos a mi me lo parecía) muy raro como comida típica de Navidad... pero teniendo en cuenta el clima de ese paraíso tiene mucho más sentido.
De hecho cuando lo probamos comentamos en casa que estaba muy bien para llevar a la playa en verano, es muy práctico y puede ser comida única.
 
El relleno más clásico es de jamón, aceitunas rellenas de pimiento y uvas pasas. También se le puede poner un poco de bacon, yo como soy muy fan del bacon le puse también unas lonchas.
 
Para hacerla seguí esta receta de Comedera.com, y no me arrepiento en absoluto. Queda una masa muy tierna y sabrosa, un pelín dulce pero no demasiado... ¡perfecta!
 
Ingredientes:
Para la masa:
- 140 g de agua
- 80 g de leche entera
- 1 huevo
- 400 g de harina de trigo (tuve que añadir una cucharada más)
- 8 g de sal fina
- 20 g de azúcar
- un sobre de levadura de panadero (o una pizquita menos)
- 10 g de mantequilla
 
Para pincelar (almíbar):
- azúcar moreno
- agua
 
Para el relleno:
- 150 g de bacon
- 250 g de jamón cocido
- 75 g de uvas pasas (sin semilla)
- un bote de aceitunas rellenas de pimiento
 
Como supondréis los que os pasáis por aquí a menudo, suelo hacer las masas en la panificadora, y esta vez no iba a ser menos.
 
Simplemente tenemos que poner todos los ingredientes para la masa en el orden que os pongo, y escoger el programa que solamos usar.
 
Yo suelo usar el de masa para pasta, que amasa durante 15 minutos. En este caso puse todos los ingredientes menos la mantequilla, y amasó los 15 minutos.
A los 5 minutos más o menos de empezar, cuando ya están todos los ingredientes bien mezclados suelo abrir la tapa para ver la consistencia de la masa, ya que aunque siempre hagamos la misma receta no siempre queda igual.
Como estaba muy pegajosa, añadí una cucharada colmada de harina.
 
Cuando acabó el programa dejé que reposara unos 10 minutos, añadí la mantequilla cortada en trozos pequeñitos y volví a escoger el mismo programa, otros 15 minutos de amasado.
 
Una vez acaba, os recomiendo no abrir la tapa, para que no se pierda el calor del motor, ya que viene genial para el levado.
 
 
Si hacemos la masa a mano, haremos un volcán con la harina y en el centro iremos poniendo el resto de ingredientes. Mezclamos bien, y luego amasamos durante 8-10 minutos, hasta que la masa esté elástica y manejable.
 
Formamos una bola, la tapamos con un paño y la dejamos reposar.
 
A partir de aquí los pasos son comunes.
 
 
Entre hora y media y dos horas después, nuestra masa estará bien levada. Al llevar azúcar sube genial.
 
Desgasificamos la masa, y con ayuda de un rodillo la extendemos con forma cuadrada lo más fina que podamos.
 
Encima ponemos el relleno: bacon (previamente lo pasé por una sartén para quitarle un poco de grasa), jamón cocido, pasas (sin semillas) y aceitunas rellenas de pimiento.
 
No debemos poner relleno hasta el borde, para que la masa se pegue y el relleno no se desparrame. Aunque la verdad es que como no lleva queso ni nada que se funda, tampoco habría problema.
 
Enrollamos el pan, dándole forma de barra. Os aconsejo no apretarlo mucho, ya que tiene que volver a levar y luego vuelve a crecer durante el horneado.
Si lo apretamos, no le dejamos espacio para que leve a sus anchas, y quedará más compacto.
Sometemos las puntas para formar el borde redondeado.
 
 
Lo ponemos sobre la bandeja del horno y tapamos con un paño. Si queremos, podemos hacerle alguna decoración o corte a la masa. Yo estiré tanto la masa que luego con el cuchillo la corté del todo, y se veía el relleno.
 
Queda un pan gigante, ocupaba la diagonal de la bandeja del horno, y no sobraba ni un centímetro por cada lado.
Creo que para la próxima lo voy a repartir en 2 pequeños, para nosotros es más cómodo.
 
Dejamos reposar una hora, para que vuelva a levar.
 
Precalentamos el horno a 220ºC, con calor arriba y abajo. Horneamos durante media hora aproximadamente, hasta que veamos que está dorado por todas partes.
Hay que ser pacientes, ya que en el centro tarda bastante en pasarse. Si vemos que se dora antes de tiempo, lo taparemos con papel de aluminio.
 
Mientras se hornea preparamos un almíbar de azúcar moreno para pincelar nada más salir del horno. Parece que es un punto básico para que sea un pan de jamón "del bueno".
Desde luego le da un brillo y un tono espectacular.
 
 
Esperamos a que enfríe... ¡y nos lanzamos!
He de decir que nosotros no esperamos a que enfriase del todo y lo probamos tibio... y estaba muy bueno. Pero con unas horitas de reposo incluso ganó.
 
Me ha hecho ilusión hacer esta receta, ya que una de mis mejores amigas (de esas de "desde siempre y para siempre") es venezolana. Menos mal que estamos a 400 km y no puede juzgar el pan de jamón! jijijiji! ¡Al menos de momento!
 
¡Va por ti, Betty!
 

viernes, 31 de octubre de 2014

"PIDE" TURCO

 
Otra receta de pan internacional de la mano de Bake the World, tienen una mano especial para escoger las recetas estas chicas.

Este mes viajamos virtualmente a Turquía, y elaboramos un pide turco (o pide turca, lo he visto escrito de las dos formas).

Es una especie de pizza alargada, supersabrosa, que nos ha encantado en casa.
Lo mejor es que cuando lo probamos dijimos: sabe a turco. Y es que es cierto, aunque por el aspecto puedas pensar que se parece a la pizza que todos conocemos (y amamos), la mezcla de ingredientes y especias lo hace totalmente diferente, muy sorprendente desde primer mordisco.
 
Generalmente se hace con carne picada (a mano o a máquina) de oveja, cordero o ternera. Yo no como cordero (ni oveja, aunque nunca se me había dado el caso de tener que rechazarla), así que estaba claro: la mía iba a ser de ternera.
Eso sí, utilicé queso rallado de oveja, para que le aportase ese regustillo tan especial que tiene al pide.
 
 
Para hacerlo he seguido la receta de Hands in dough, un blog que os recomiendo visitar (está en castellano, no os dejéis engañar por su nombre). Una pena que no haya entradas desde 2012, aunque si lo visitáis os daréis cuenta de que es por un buen motivo.
 
De todas las recetas que vi esta era de las más sencillas, con ingredientes que todos tenemos en la despensa, y con un resultado impresionante.
¡Nos los acabamos en un visto y no visto!
 
Ingredientes:
Para la masa:
- 100 ml de agua
- una cucharada pequeña de aceite de oliva
- una cucharada sopera de yogur natural
- 225 g de harina de trigo de fuerza
- 6 gramos de sal
- medio sobre de levadura de panadería o 1/2 cubito si es fresca
- una pizca de azúcar
 
Para el relleno:
- aceite de oliva
- 1/2 cebolla
- pimiento rojo y verde al gusto
- un tomate pequeño
- sal
- 250 g de carne picada
- especias al gusto (le puse comino, cúrcuma y pasta harissa)
- queso viejo de oveja (rallado)
 
- opcional, si queréis que pique: cayena, especias o pasta harissa 
- opcional: mozzarella, para darle cremosidad
 
Para estirar la masa: harina de trigo, semolina o sémola de trigo.
 
 
Empezaremos preparando la masa, para que mientras leve podamos preparar con calma el guiso de relleno.
 
Yo como siempre hice la masa en la panificadora, sin más que poner todos los ingredientes en la cubeta en el orden en que os los pongo y escoger el programa masa.
 
Si tenéis que hacerlo a mano, como siempre os digo, después de mezclar todos los ingredientes no os olvidéis de un buen amasado, ya que es muy importante para el desarrollo de la masa.
Muchas veces al hacer la receta a mano es necesario añadir más harina para poder amasar, ya que si no se pega muchísimo al principio a las manos. Os recomiendo añadir la mínima posible, ya que si no luego se notará en el resultado final. 3 de paciencia por una de harina. ;)
 
Mientras dejamos que nuestra masa leve (hora y media o 2 horas), vamos preparando el relleno.
 
 
En un recipiente al fuego (yo lo hice en una sartén, pero puede ser un cazo, una olla, o lo que queramos) ponemos un poco de aceite de oliva a calentar.
 
Podemos poner directamente las verduras crudas en el pide, pero a mi personalmente me gusta que estén blanditas, así que las añadí al relleno ya cocinadas.
 
Añadimos la cebolla y los pimientos picados a nuestro gusto. A mi me gustan finos, pero puede ser como más os gusten.
Pasado como un minuto, añadimos el tomate pelado y picado en trozos. Acabará desapareciendo casi del todo.
 
Damos unas vueltas, que haga chup chup, y cuando empiecen a ablandarse las verduras añadimos la carne picada.
 
Añadimos entonces también las especias y por último la sal, siempre menos cantidad de la que le solamos poner cuando no hay especias.
Es mejor quedarnos cortos y rectificar, que pasarnos y que quede demasiado fuerte.
 
En cuanto esté lista la apagamos, ya que como luego va a ir al horno corremos el riesgo de que esté  demasiado seca.
De hecho lo mejor es dejarla un poquito cruda, para darle el remate final en el horno.
 
Reservamos
 
 
Cuando la masa esté a punto, bien levada, desgasificamos y nos preparamos para formar el pide.
 
Yo la estiré con una mezcla de harina, semolina y sémola de trigo, que me encanta como queda sobre todo en los bordes de las masas.
 
Directamente sobre el papel de horno en el que luego la horneé, para poder moverlo sin que se deforme. Viendo vídeos en YouTube se ve que los expertos la hacen sobre una mesa y luego lo pasan al horno simplemente cogiéndola con las manos y estirando... Por lo que pudiese pasar, ni se me ocurrió probarlo.
 
Podemos hacer los pides del tamaño que queramos, individuales o para compartir.
Yo dividí la masa en dos partes, aunque en tres tampoco hubiese quedado mal.
 
Bien, pues con las manos o con un rodillo (os recomiendo con el rodillo, para que quede más homogénea) estiramos la masa de forma ovalada.
Extendemos el guiso de carne sobre la superficie, dejando un borde de unos 2-3 centímetros.
 
Doblamos los bordes sobre los laterales y formamos los "cuernos" de los extremos, dándole su forma característica de canoa.
 
Para rematarla sólo nos queda  rallar un poco de queso de oveja (o al gusto) por encima.
 
Yo le puse también un poquito de mozzarella, pero sólo 1/4 de bola para cada pide. Le queda muy bien, sin aportar mucho sabor sí que aporta cremosidad.
 
 
Sin más la llevamos al horno bien precalentado, a unos 220ºC. Los hice sobre la piedra de hornear, aún llevando el papel de horno por medio quedan genial.
 
Cuando veamos que están hechos las sacamos del horno... cortamos en porciones... y a disfrutarlos!
 
Como os decía al principio sabe "a turco", si os gusta la comida turca tenéis que probar esta receta.
 
Sin duda es una alternativa estupenda a la pizza, más ligera (depende de la cantidad de ingredientes que le pongamos, claro) y muy sabrosa.
 
 
El primer pide lo hice siguiendo la receta original, pero al segundo le puse menos guiso de carne, añadí más queso rallado (mezcla de 3 quesos especial gratinar) y unas tiritas de bacon (nada ortodoxo, cierto)... y estaba también de muerte.
 
Este se parecía más a una pizza tradicional. No sabría decir cual está mejor, los dos nos gustaron mucho.
 
Sin duda lo repetiremos, porque tanto la masa como el relleno nos encantó. Os animo a probarlo y contarme qué os parece, a ver si os gusta tanto como a nosotros.
 

martes, 14 de octubre de 2014

VASITOS DE CERVEZA NEGRA


Esta es una receta que no sé por qué no había publicado antes, ya que la he hecho unas cuantas veces y nos encanta.

La receta es de Nigella y la compartió hace ya unos años food and cook. Como os decía la hago a menudo y no falla.

Además está de plena actualidad, últimamente no hacen más que aparecer "trampantojos" culinarios por todas partes.
Y es que si hacemos esta tarta en versión original (bien en estos vasitos o en jarras pequeñas de cerveza)  queda muy parecida a una cerveza negra con su capa de blanca y densa espuma.


Normalmente suelen hacerse con cerveza Guinness (de hecho es conocida como tarta Guinness), pero se puede hacer perfectamente con cualquier otra cerveza negra (esta era Mahou, si no recuerdo mal).

Pero no pongáis cara de disgusto si no sois fans de la cerveza negra... yo no bebo ni cerveza rubia y esta tarta me encanta, no sabe para nada a cerveza. O al menos yo no lo noto. ;)

Está compuesta por dos partes: un bizcocho denso, con un intenso sabor a chocolate, que imita a la cerveza, y una estupenda crema de queso, la "espuma" que suaviza a la perfección la base de chocolate.

Se puede hacer en un molde normal o en individuales, como prefirais. Las dos versiones son muy vistosas e igual de ricas.

Ingredientes:
Para el bizcocho de chocolate:
- 250 g. de cerveza negra
- 250 g. de mantequilla
- 75 g. de cacao en polvo
- 400 g. de azúcar
- 250 g. de harina de trigo
- 2,5 cucharaditas de bicarbonato
- 140 ml de nata para montar
- 2 huevos L
- una pizca de vainilla (opcional)
- colorante negro (opcional)

Para el frosting:
- 300 g. de queso crema (tipo Philadelphia)
- 150 g. de azúcar glas
- 360 g. de nata para montar

Empezaremos poniendo la cerveza en un cazo a calentar lentamente, sin que llegue a hervir.
Cuando esté caliente, añadimos la mantequilla cortada en trozos pequeños y removemos constantemente, hasta que se funda por completo.
Retiramos del fuego y reservamos. Esta mezcla huele de maravilla, con un montón de matices.

En un bol tamizamos y mezclamos el cacao, la harina de trigo y el bicarbonato. Añadimos el azúcar y mezclamos bien los 4 ingredientes.

En otro bol batimos los huevos, la nata y la vainilla. Si queremos que la tarta quede negra-negra, deberemos añadir una gotita de colorante negro (ojo, la mezcla queda con un color marrón grisáceo extraño, pero en el horno luego se arregla).
Si no se lo añadimos quedará marrón chocolate, pero al hornear no conseguiremos un negro intenso. 

La verdad es que no suelo añadirle, sólo esta vez para sacarle las fotos, pero lo normal es no ponérselo.

Añadimos la mezcla de cerveza y mantequilla a la otra mezcla líquida, la de huevos, nata y vainilla, removiendo bien.

Finalmente, incorporamos los ingredientes secos, mezcándolo todo. Como la masa queda muy líquida es muy fácil de hacer, sobre todo si nos ayudamos de unas varillas.


Vertemos en un molde grande o en los individuales, e introducimos en el horno precalentado a 180ºC.

Al ser tan líquida la masa tarda bastante, unos 50 minutos en versión familiar y 30 en individual.
Como siempre, cada horno es un mundo, así que lo que no falla es pinchar con un palillo o un cake tester y comprobar que sale limpio.

Una vez está listo, lo dejamos enfriar por completo antes de añadir la cobertura, ya que si aún está caliente lo fundiría y se desparramaría sin solución posible.


Para hacer el frosting (imprescindible hacerlo, complementa al bizcocho a la perfección) mezclaremos el queso crema con el azúcar glas.
Podemos añadir (si somos muy fans, yo lo soy) una pizca de vainilla, le queda genial.

Montamos la nata, y la mezclamos poco a poco con la crema de queso.

Cubrimos la base de chocolate con la cobertura de queso y nata... ¡y a sufrir hasta catarla!


Cuando está recién hecha el bizcocho queda más esponjoso, pero según va pasando el tiempo va asentando y compactando... una delicia de ambas formas.

Si aún no habéis probado esta tarta os animo a hacerlo, otra de esas recetas relación esfuerzo-resultado de las que a mi tanto me gustan.

 
Y si queréis hacerla para una ocasión especial, podéis dejarla así de bonita con un poquito más de trabajo.
 
Esta tarta la hice para el cumple de mi prima Sonia hace ya un par de años, y tuvo mucho éxito.
 
Por dentro son 3 bizcochos de cerveza guinness  (su cumple coincidió con la vendimia y éramos un montón de gente) y a la cobertura le puse aroma de algodón de azúcar y colorantes azul y amarillo para conseguir este color tan "in".

Para el relleno utilicé la misma crema, una fina capa entre bizcocho y bizcocho, para que aguantase el peso total.
 
Con una espátula y una manga ( y algo de paciencia) así quedó el resultado final.
 


viernes, 18 de julio de 2014

BRAZO DE MASCARPONE Y FRESAS



Bizcocho, fresas, nata y mascarpone... no se le puede pedir más a la vida. Bueno, sí, un poco de dulce de leche. mmmmmm. Espectacular.
El postre es muy sencillo, pero de los que a mi me gustan, de los de salir por la puerta grande.

Se llama sólo brazo aunque podría llamarse brazo "albino" de mascarpone y fresas...jajaja! ¡Qué paliducho el amigo! Y es que menuda diferencia de hacer este bizcocho con huevos caseros a con huevos comprados (y cutres, he de reconocer, no quiero meterlos a todos en el mismo saco).

Es la misma receta que utilicé para este tronco de navidad, mirad la diferencia de color.  Eso sí, rico está a rabiar.


Hacía tiempo que no había hecho nada de repostería (estoy muy vaga en la cocina últimamente, esto va por temporadas), pero hoy estaba inspirada y me he animado a hacer un postre especial para el fin de semana.  Que no pasará de hoy, pero  vamos a considerarlo ya fin de semana.

Y como estaba no sólo inspirada, sino super inspirada, lo publico ya hoy mismo... ¡estoy que me salgo!

Con las cantidades que os pongo sale un brazo pequeño, para 4-5 personas. 

Ingredientes:
Para el bizcocho:
- 2 huevos
- 60 g de azúcar glas
- 60 g de harina de trigo
- una pizca de bicarbonato
- una pizca de sal

Para el relleno:
- 125 g de mascarpone
- 200 g de nata para montar
- 40 g de azúcar
- fresas al gusto

Para decorar:
- dulce de leche
- crema de mascarpone
- fresas

Empezaremos haciendo el bizcocho. Con esta cantidad sale uno pequeño (una plancha de 23x33 cm).

Como casi siempre, para el bizcocho tendremos los ingredientes a temperatura ambiente.
Separamos las claras de las yemas, y empezamos a montar las claras con una pizca de sal. Puede hacerse con unas varillas a mano o con varillas eléctricas, que es mucho más cómodo.

Cuando empiecen a burbujear vamos añadiendo el azúcar glas tamizado cucharada a cucharada, hasta que lo hayamos introducido todo y seguimos batiendo hasta formar un merengue firme y que forme picos.

Batimos bien las yemas, y las introducimos poco a poco en el merengue, mezclando suavemente con una lengua de silicona.

Luego vamos añadiendo poco a poco la harina tamizada, que previamente habremos mezclado con una pizca de bicarbonato.

Cuando esté totalmente integrada,  quedará una masa super suave y muy ligera.


Forramos con papel de hornear y vertemos sobre un molde especial para planchas de bizcocho o sobre una bandeja de horno totalmente plana.
Alisamos bien la superficie, para que luego todo el bizcocho tenga el mismo espesor.

Introducimos en el horno precalentado a 180ºC, en unos 5-6 minutos estará listo.

Sacamos del horno, y rápidamente enrollamos el bizcocho sin retirar el papel para que se enfríe así y mantenga la forma curvada.  Reservamos.


Lavamos las fresas y las picamos en trozos pequeños. Añadimos una cucharada de azúcar, removemos bien, y dejamos durante una hora más o menos, para que suelten la mayor cantidad de zumo posible.

Para hacer la crema de mascaspone, empezaremos montando la nata (que esté bien fría).

En un bol aparte mezclamos el mascarpone con el azúcar, y luego añadimos a la nata montada. Mezclamos todo con cuidado para que la nata no se baje.

Con los 40 gramos que os pongo queda una crema no demasiado dulce. A mi particularmente me gusta la nata montada con poco azúcar, así que decidí ponerle poco también a esta crema.
Probadla al hacerla, y si queréis más, añadís más y listo.

Reservamos en el frigorífico, congerá bastante consistencia al enfriarse.


Para montar el brazo empezaremos desenrollando el rulo de bizcocho y quitando el papel de hornear. Sale muy fácilmente, con la humedad prácticamente se cae solo.

Extendemos la crema de mascarpone (ojo, sin llegar al borde, que luego si no al enrollarlo se sale) y por encima ponemos las fresas que habremos escurrido previamente. 

Unos hilillos de dulce de leche seguro que le vienen genial también aquí, se me ocurrió tarde, cuando ya lo había enrollado.

Podemos ponerle también virutas de chocolate, frutos secos picados,... lo que queramos.

Enrollamos con cuidado, y ponemos sobre un plato o una bandeja.

Decoramos como queramos, o simplemente lo dejamos así, queda muy bonito también.

Yo le puse unos hilos de dulce de leche, e hice unos moñitos con un poco de crema de mascarpone que había reservado para hacerlos. Unas fresitas coronando... y tachaaaaaannnn! Postre listo.

Podemos espolvorear con azúcar glas, cacao, cubrir con nata, ganache de chocolate... lo que se nos ocurra, cualquier cosa que hagamos quedará genial.


Sin duda repetiré este postre, se hace en un periquete y está super bueno.

Ahora mientras redactaba se me acaba de ocurrir que si hubiese triturado un plátano en la crema de mascarpone quedaría impresionate. La próxima vez lo haré así.
Que si la fresa me gusta, la fresa mezclada con plátano ya es lo máximo.

Os animo a hacer esta receta, no le tengáis miedo, que es muy sencilla.

¡Un saludo y gracias por visitarme!


martes, 10 de junio de 2014

MUFFINS DE CHOCOLATE


¡A los ricos muffins! Y es que no pueden ser más fáciles y estar más buenos.

Es la segunda vez que hago esta receta... la primera he de confesar que estaba al teléfono con mi madre mientras la hacía y se me olvidó añadir el azúcar... ¡menudo fallo!
Aún así los comimos, partiéndolos a la mitad y rellenándolos de nocilla o dulce de leche. Y no estaban nada mal, se les notaba algo raro pero si no sabías lo del azúcar era difícil caer.

Esta vez no había nada de qué hablar con mamá, así que los muffins quedaron perfectos.


La receta se la copié a mi querida Patt, la tenéis aquí. Ella a su vez se la copió a Clemenvilla, pinchad aquí para verla.
En su época (hace ya más de 5 años que Clemenvilla publicó esta receta, cómo pasa el tiempo en esto de los muffins) causaron furor, y la verdad es que no es para menos.

Con unos ingredientes básicos y 5 minutos de nuestro tiempo, tenemos unos estupendos muffins caseros para chuparse los dedos.

Con estos ingredientes me salieron 11 como los de las fotos.

Ingredientes:
- 250 g de harina de trigo
- 1/2 sobre de impulsor químico (tipo Royal)
- 175 g de azúcar
- 30 g de cacao puro en polvo
- 1 pizca de sal
- 150 g de chocolate de cobertura
- 75 g de mantequilla
- 250 ml de leche
- 2 huevos
- vainilla en pasta (opcional)



Lo que diferencia a los muffins de magdalenas y cupcakes es que los ingredientes se mezclan de una forma particular: por una parte se mezclan los ingredientes sólidos, y por otra los líquidos.
Luego se mezclan ambos, sin remover demasiado, lo que les da un aspecto rústico y cuarteado que a mi particularmente me encanta.

Así que en un bol grande (al final todos los ingredientes acabarán en este bol) mezclamos la harina tamizada, el impulsor, el azúcar, el cacao y la pizca de sal. Reservamos.

Fundimos el chocolate y le añadimos la mantequilla en pomada en dos veces, integrando bien ambos ingredientes cada vez.


En otro bol batimos la leche, los huevos, y la vainilla en pasta (o esencia), si le ponemos.  Podemos hacerlo con varillas de mano o con una batidora, como no es mucha cantidad se hace enseguida.

Añadimos esta última mezcla a los ingredientes secos, y mezclamos sin  mucho cuidado.
Luego añadimos el chocolate y la mantequilla fundidos, y volvemos a mezclar toda la masa.

Repartimos en los moldes que vayamos a usar, llenándolos hasta 3/4 de la altura total, y metemos al horno precalentado a 180ºC, unos 15-20 minutos, dependiendo de la forma y tamaño del molde que utilicemos.


Para asegurarnos de que están listos (una vez pasados 15 minutos sin abrir la puerta del horno), abriremos el horno y pincharemos con un palillo, y si sale limpio, es que están. Si sale manchado de masa, un par de minutos más y volvemos a probar.

Estos moldes que he utilizado son especiales para muffins, y no es necesario ponerlos en ninguna bandeja especial para que mantengan la forma.
Son muy cómodos, y además como son muy bonitos (ya lo digo yo todo), dignifican mucho a estos en principio feúchos muffins.


Quedan muy blanditos y super ricos, creo que se llevan la palma en la relación esfuerzo-resultado.
Lo que más me gusta es ese cuarteado de la parte superior...mmm... rico riquísimo.

Si queréis podéis decorarlos con un poco de chocolate fundido y sprinkles, nata montada, o lo que se os ocurra.
Yo esta vez los dejé tal cual, no necesitan nada más para ser perfectos.

Son perfectos para una merienda o un desayuno especial... o para lo que sea, ¡un muffin siempre viene bien!  Probadlos, que están buenísimos.

Es que los estoy viendo ahora en las fotos (hace ya unos meses que los preparé) y me dan ganas de comerme dos a la vez, tipo triki, tirando migas a los lados y masticando a toda mandíbula.

Borrad esta imagen de vuestra mente, por favor.

Ahora imaginadme comiéndolos con boquita de pitiminí y colibrís revoloteando a mi alrededor. Así, sí. ;)


miércoles, 14 de mayo de 2014

ESPÁRRAGOS ENROLLADOS


Dos recetas saladas seguidas... ¡estoy en racha!
Además de vistosa es una receta muy rica. Perfecta como aperitivo o para una cena.

 Con 4 ingredientes montamos un plato de 10: espárragos trigueros, masa philo, bechamel y queso. Si es que no pueden fallar.

Hacía tiempo que tenía ganas de hacerlos, y la verdad es que han cumplido con creces lo que esperaba de ellos. Os recomiendo probarlos si tenéis ocasión.

Ingredientes:
- espárragos trigueros
- masa philo
- bechamel
- queso al gusto

Para pincelar:
- mantequilla fundida

-Para decorar:
- queso rallado


La receta es super sencilla, y si nos organizamos la haremos en un momentito.

Lavamos los espárragos trigueros y les quitamos la base, que suele ser más fibrosa.
Los ponemos a hervir en agua con sal unos 5 minutos, hasta que estén tiernos. El tiempo dependerá del grosor y de lo frescos que estén.
Cuando estén en su punto, los pasamos por agua fría para cortar la cocción y reservamos.

 
Mientras cuecen los espárragos hacemos una bechamel media (no tan espesa como para croquetas, pero que no quede muy blanda, para que no se escurra al hornear).

En una sartén o un cazo ponemos un poco de mantequilla o aceite de oliva, y cuando funda añadimos harina de trigo o maizena (yo suelo hacerla con maizena, me gusta más como queda).
Mezclamos bien los dos ingredientes, y los dejamos un rato para que la harina pierda su gusto.
Añadimos leche caliente, y removemos hasta que no quede ningún grumo.  Mantenemos a fuego medio unos minutos, para que coja cuerpo, removiendo para que no se pegue.
Ponemos entonces la sal y si queremos le podemos poner pimienta, nuez moscada,... (yo le pongo nuez moscada recién rallada, que me encanta como le queda). 
Unas vueltas más, y bechamel lista.


Podemos empezar ya a montar nuestros espárragos.

Abrimos el paquete de masa philo, y sacamos las láminas. Las cubrimos con un paño húmedo para que no se sequen mientras trabajamos.

Si no conocéis la masa philo, es como una especie de oblea o de masa brisa pero muy muy fina. Hace tiempo leí (no recuerdo quien, pero lo describió perfecto) que alguien abrió el paquete, y empezó a tirar las hojas de philo pensando que era papel protector, como el que viene con las bases de pizza o el hojaldre).
Son tan tan finas que parecen de papel, así que hay que tratarlas con cuidadado.

Yo partí cada hoja en dos, pero es suficiente con partirla en 3 trozos, son suficientemente grandes.

Estiramos un trozo de masa philo, y lo pincelamos con mantequilla fundida. No hace falta que sea mucho, simplemente hidratarla un poco.
Ponemos  un espárrago en un lateral, de la mitad del trozo hacia arriba.
Cubrimos con una cucharada de bechamel, unas lascas de queso (yo utilicé uno de Castilla semicurado) y doblamos por encima la masa philo.

Enrollamos, y sellamos el borde con un poco de mantequilla. Ponemos nuestro espárrago en una bandeja de horno, con el borde de hoja hacia abajo, para que quede más bonito.


Hacemos lo mismo con cada espárrago. Si son muy finos podemos ponerlos de dos en dos, o incluso de tres en tres.

Cuando los tengamos todos listos, ponemos queso rallado por encima y los metemos en el horno, a 180ºC unos 10 minutos, hasta que estén dorados.


Podemos servir tal cual, calientes, o cuando hayan reposado unos minutos y estén templados (a mi personalmente me gustan más así).

Como os decía al principio están buenísimos: crujientes y suaves a la vez, sabrosos pero no muy fuertes... perfectos.

Si os gustan los espárragos trigueros, tenéis que probar esta receta. Os encantará.